La Cruz de la Parra es la reliquia cristiana más antigua del continente americano y la única de las 29 cruces que Cristóbal Colón plantó en el continente que no sucumbió a los embates de la historia. El 27 de octubre de 1492 el descubridor español tocaría suelo cubano por primera vez en la región de Biriay actual provincia de Holguín, la cual nombró Puerto de San Salvador. En aquel lugar postrado en las arenas cubanas con la cabeza inclinada hacia a lo alto expresó: «Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás»

Cristóbal Colon continuo su viaje por el oriente del archipiélago, hasta que el primero de diciembre de 1492, clavó en la entrada de la bahía de Baracoa la cruz. El fray Bartolomé de las Casas relata en su Diario de Navegación “…Asentó (Colón) una cruz grande a la entrada de aquel puerto que creo llamó el Puerto Santo sobre unas peñas vivas…”
En su día las dimensiones de la cruz eran mucho mayores a las actuales (0.80 metros da alto, 41 cm de ancho, y 10.8 cm de grueso), su tamaño era de alrededor dos metros de alto, pero debido a que con el paso del tiempo fueron obsequiados pequeños pedazos a diferentes personalidades de la época que visitaban la ciudad, este cambió .

En 1511 los reyes de España le dieron la tarea al conquistador Diego Velázquez de poblar la isla de Cuba, así como evangelizar a los nativos. A su llegada a Baracoa casi veinte años después se encontró la cruz plantada por Cristóbal Colón casi intacta a la entrada de la bahía. Durante décadas surgieron muchas interrogantes sobre el origen de la reliquia, se creyó que fue traída por el descubridor desde Europa, hasta que en 1984 un grupo de científicos cubanos y de la Universidad belga de Louvain-la-Neuve realizaron pruebas de carbono 14 que ayudaron a verificar su edad.

Los datos arrojaron que la madera es de entre los años 860 y 1530, con un 95 % de exactitud. Además, se supo que la madera usada fue “Coccoloba diversifolia” de la familia de los Uvas Caletas tan abundantes en las costas cubanas, conocidas en Baracoa como “uvillas”; de este modo el primer símbolo de la cristiandad en el nuevo mundo sería fabricado con material autóctono, elemento mestizo de madera, tierra y raíces cubanas.